miércoles, 5 de enero de 2011

Ocho consejos para no enfermarse.

Si no quieres enfermar sigue estos estos consejos, han sido probados y con buenos resultados, sólo basta meditarlos, y ponerlos en prácticas, éso sí sea consecuente, y verá los resultados.

1) Hable de sus sentimientos:

Las emociones y represiones que son escondidos, terminan en enfermedades tales como; gastritis, úlceras, dolores lumbares, dolores de columna.
Con el tiempo la represión de los sentimientos terminan convirtiéndose en cáncer.
Entonces vamos a sincerarnos, a confidenciar, a compartir nuestros sentimientos, nuestra intimidad, nuestros secretos, nuestros errores.

Digamos a la persona amada, o a nuestros padres, o hijos todo lo sentimos,
todo lo que nos disguta, lo que no no hace feliz, digámoslo con palabras suaves, sin rodeos, tratando de hacernos entender y por sobre todo hablemos con humildad.
El diálogo, la palabra, el hablar es un poderoso y excelente remedio, además sirve como terapia, ya que al hablar nos sacamos de nuestra espalda una gran carga,
y aliviamos nuestra psiquis, es decir nuestra mente.

2) Si es necesario llore:

El llanto es muy buen remedio tanto para el cuerpo como para la mente,
ya descargamos todo el sentimiento de culpa, o de carga que estabamos soportando.
Las mujeres lloran más fácil que los hombres, de ahí, que la mujer vive más tiempo, ya que el llanto, hace que no nos traguemos las amarguras sino que atráves del llanto, decimos todo lo que nos pasa y lo decimos con más soltura.

El llanto, hace que nos aflojemos y acto seguido aflora en nosotros lo mal que nos sentimos, y nos permite expresarnos con mayor facilidad.
Las lágrimas de una persona, hacen que quien escuche se conmueva, y despierta en él ánimo de ayuda inmediata y buena predisposición ya que llega al alma.

Los hombres deberían aprender a mostrar más sus sentimientos llorando más, y dejando de lado el machismo que los lleva a decir que "los hombres no lloran".
Al no llorar, no liberan tensiones, no superan sus problemas y quedando totalmente cargados, lo que los lleva irremediablemente, a muchas enfermedades psicosomáticas, que aveces terminan en suicidio.

3) Tome decisiones:

La persona indecisa permanece en duda, en ansiedad, en la angustia, se inquieta, a veces no consigue el sueño reparador tan necesario de ocho horas.
La historia humana está hecho de decisiones, y aveces muy dolorosas, pero eficaces.
Para decidir hay que saber renunciar, saber perder valores para ganar otros.
Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas, dolencias de la piel, caída del cabello, y nunca llegan a nada.
Después terminan lamentándose por no haber tomado tal o cual decisión, tratan de engañarse a sí mismo, diciendo:
que no era para mí, que no me convenía, era mejor dejarlo pasar, ya vendrá otra vez.
Y la realidad es que nunca llega, las decisiones pasan una sola vez,
debemos saber aprovecharlas, y tomar de ellas lo mejor, aún cuando no equivocamos.
Siempre el error viene acompañado de una enseñanza, debemos sacarle el jugo a ésa enseñanza para no volver a cometer el mismo error.

4) Busque soluciones:

Las personas negativas no consiguen soluciones, y aumentan sus problemas.
Prefieren la lamentación, la murmuración y el pesimismo.
Mejor es encender la lámpara que lamentar la oscuridad.
Somos lo que pensamos, y nos formamos con lo que hacemos. El pensamiento negativo, genera, energía negativa, que se transforma en enfermedad.
El pensamiento negativo es contagioso, por eso aléjese de quien siempre piensa mal, para quien todo es malo, para quien ve en todos los defectos y malas inclinaciones, que todo ser humano posee.
Tarde o temprano terminará siendo negativo, cambiará su forma de ser transformándose en una persona aislada, sin amigos, sin esperanzas, y sobre todo perderá la sonrisa. Recuerde este dicho:
No se puede ser feliz entre infelices.
Huya de las personas negativas terminará enfermándose.

5) No viva de apariencias:

Quien esconde la realidad finge, quien no se muestra tal cual es, sufre por dentro y por fuera, experimenta una sensación de ahogo, de malestar, siente que la vida no lo trata bien, y no es cuestión de la vida, es de uno mismo.
Quien vive de apariencias, quiere siempre dar la impresión de estar bien,
quiere mostrarse perfecto, bonachón, pero en el fondo sufre, y sufre mucho, porque sabe que la realidad es otra.
Al actuar así, esta acumulando toneladas de pesos sobre su espalda, carga con un sentimiento pesado que tarde o temprano explotará y terminará saliendo a la luz.

Nada peor para la salud que vivir de apariencias, muchas veces es difícil enfrentar y explicar la situación que uno está viviendo, a sus familiares, amigos, compañeros, vecinos. Pero, las apariencias no conducen a nada, es más, la persona se siente frustrada, malhumorada, sin ganas, anhelando ser tal es.

Se necesita mucho coraje, para enfrentar la situación y contarles a todos tal cual es nuestra vida, nuestra situación, nuestros pensamientos, nuestra forma de ser.
Pero cuando uno se enfrenta, se siente un alivio tanto para el cuerpo como para el alma. Caerá como un cubo agua fría, sobre algunos, pero la persona encontrará el alivio necesario para sí mismo y se encaminará, y podrá ser feliz.

Las personas que viven de apariencias, son personas con mucho barniz y poca raíz.
Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor, y llevará consigo una insatisfacción que no lo curará hasta que no deje de vivir de apariencias.

6) Acéptese:

El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos.
Ser uno mismo es el núcleo de una vida saluble. Quienes no se aceptan a sí mismo, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos.
Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar las críticas, es sabiduría, buen sentido y buena terapia.
El aceptarse tal cual es, estimula el buen ánimo, abre la mente y hace que uno planifique para el futuro y enfrente situaciones difíles.

Aceptarse uno mismo, es quererse, es mimarse, es cuidarse, es hacerse a uno mismo todo el bien posible. No podemos pretender que nos quieran, si nosotros mismos no nos queremos y no nos aceptamos.
Nadie puede querer a otro o a otros si primero no se quiere a si mismo.
Si se equivoca, perdónese, no se martirise pensando que es un fracasado, o que no sirve para nada. Acepte que se ha equivocado, y que puede mejorar.
Dese una oportunidad y acepte de buena gana todo lo malo que le pase.

7) Confíe:

Quien no confía, no se comunica, no se abre a los demás, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, y no sabe hacer amistades verdaderas.
Sin confianza, las personas se vuelven insociables, no creen en nadie, sólo en sí mismo, no piden ayuda, enfrentan las situaciones solos, y siempre casi fracasan.
Todo lo que lo rodea esta mal, o es malo para quien desconfía.

El que desconfía, no tiene metas, se siente autosuficiente, y es soberbio, cree que todo lo puede, y siente que no necesita ayuda.
La desconfianza: el mayor enemigo de las relaciones interpersonales.
Cuando el temor nos invade y la inseguridad rige nuestra vida, la desconfianza se convierte en un aliado engañoso y dañino.

Las personas con este tipo de problemas son reacias a confiar o intimar con los demás porque temen que la información que compartan sea utilizada en su contra.
Suelen negarse a contestar preguntas personales diciendo que esa información
"no es asunto de los demás".
Las personas con este trastorno suelen albergar rencores y son incapaces de olvidar los insultos.Contraatacan con rapidez y reaccionan con ira ante los ataques que perciben.

La persona que confia combate sus propias inseguridades.
Tener confianza en uno mismo es sentirse con la suficiente fuerza y capacidad para afrontar la vida y cualquier desafío.
Quien confia, se abre a los demás, y encuentra respuesta a todo, dando así el primer paso para mejorar y salir adelante ante cualquier mala situación.
La desconfianza es falta de fe en sí, en los otros y en Dios.

8) No viva siempre triste:

El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, el compartir con alguien, la ayuda a quien lo necesite, un buen consejo, corregir al que se equivoca, recuperan la salud y traen larga vida a quien lo ejerce.
La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive.
El buen humor nos libra, de las manos del doctor.
La alegría es salud, bienestar, y es contagiosa.
Las personas alegres se rodean de mucha gente y la gente lo sigue, porque irradian salud, buen ánimo, y uno se siente alegre con ésa persona.

Una persona alegre es alguien agradecido con la vida y con Dios por todo lo que le ha dado e irradiaban felicidad en sus pensamientos, emociones, acciones y relaciones.
La felicidad, en la mayor parte de las personas alegres, es el resultado de una tenaz disciplina, y de una conducta responsable con la vida y con demás.




Una persona triste, puede cambiar de vida, si se lo propone y se acerca a los demás con confianza. De esta manera no sólo ganará en amistad sino también en salud.

1 comentario:

Endorfino dijo...

buen blog, y muy interesante para aquellas almas perdidas en la inmensidad del océano terrenal...